El fallecimiento de Teresita Inés Alaniz, acaecido este 25 de junio, a la edad de 74 años, tras afrontar una larga enfermedad, embarga de tristeza a toda la comunidad de Alpa Corral, de la que fue una entrañable, querida y aquerenciada vecina.
Nada indemnizará del dolor que provoca su pérdida, pero el recuerdo de sus cualidades personales, señaladas por la bondad y la generosidad, así como también su talento artístico, el de la eximia pianista que, además, compartía sus conocimientos como docente, harán de ella una personalidad viva en la memoria de quienes tuvieron la dicha de conocerla y tratarla.
Sencilla en más de un sentido, Teresita pertenecía, sin embargo, a la estirpe de las pianistas contemporáneas de alto nivel. Fuera de todo alarde, ostentaba el arte de parecer sin arte, del que hablaba Cicerón para referirse a quienes prodigan naturalmente sus dones.
Para reflejar un sentimiento compartido por todos, la Municipalidad -a través de la ordenanza 770/2019, sancionada por el Concejo Deliberante local- la había declarado ciudadana ilustre de Alpa Corral, en reconocimiento a su “destacada y sostenida trayectoria en la proyección de las artes musicales y la docencia, y en el acompañamiento terapéutico en nuestra comunidad”.
Esa distinción (un diploma y una placa alusiva) le fue entregada el 25 de enero, en lo que -ahora lo sabemos- fue su último concierto de verano, un encuentro clásico en nuestra localidad del que disfrutaban residentes tanto como turistas.
Teresita despertaba admiración por su destreza instrumental y sus aptitudes interpretativas de las grandes obras de la música universal. Y, si bien se mira, su cualidad esencial no consistía sino en suscitar en sus conciertos emociones inefables porque, con su técnica y estilo para tocar el piano, acertaba a pleno en el teclado profundo de la sensibilidad. La de los otros, sus seguidores, no sin expresar la suya. Por eso conmovía.
En ese sentido, su esposo, Gustavo Tomás, testigo de su trayectoria vital, decía que ella enseñaba “a través del ejemplo lo que el fuerte poder de voluntad del alma puede alcanzar”.
Viva en el recuerdo, nos queda la imagen de su mirada cálida y su sonrisa serena, los ecos de sus palabras profundas. Nos queda su música inmortal, aunque Teresita haya dejado de tocar el piano…