POR LAS MUJERES

Mejor que celebrar es conmemorar el Día Internacional de la Mujer, porque las satisfacciones y reconocimientos contemporáneos no han de conquistarse con el olvido de los dolores y las tragedias del ayer que se han prolongado en el tiempo asumiendo modos y modas que encubren su lozana vigencia.

Mejor que festejar en singular un único día de “la Mujer” (tradicionalmente florido) es honrar en plural las horas y los días laboriosos de las mujeres de carne y hueso reivindicadas en su dimensión reflexiva y activa, para dejar definitivamente atrás las barbaries, manipulaciones, marginaciones, subestimaciones, vejaciones, agravios, ninguneos, violencias de género, sometimientos, acosos, relaciones abusivas de poder, degradaciones y humillaciones del más variado signo perpetrados impunemente.

Mejor que tanta pompa y circunstancia de ocasión es desnudar la hipocresía de una sociedad sexista, signada hasta el absurdo por arraigadas desigualdades, bajo el simulacro de un orden social presuntamente basado sobre la razón.

Bueno será, sí, conmemorar contra la mirada estigmatizante y para que los poderes público y privado no les obstruyan el acceso a la educación, a la salud, a múltiples formas de realización y desarrollo personal, familiar, laboral y profesional.

Celebremos en defensa de los derechos de las mujeres a la participación política de pleno, a la igualdad de género, al salario justo por el mismo trabajo de los varones, al control de su propio cuerpo y de las decisiones médicas, a los derechos sexuales y reproductivos, entre otros de una larga lista, que no han sido suficientemente contemplados y garantidos en tanta abundante legislación, como si ya no quedara nada por debatir en el espacio de lo público.

Celebremos contra los rígidos mandatos de género y los modelos culturales arcaicos, predominantemente masculinistas, que les limitaron severamente la posibilidad de explayarse en plenitud en todos los órdenes de su vida.

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